Homenaje a la juventud militante que defendió sus ideas en tiempos de proscripción y persecución política en gobiernos golpistas, ilegítimos y antipopulares.

miércoles, 22 de mayo de 2013

PEREIRA ROSSI, Eduardo


Nació el 19 de enero de 1950 en la ciudad de La Plata. Para todos fue “El Carlóm” (Carlos de Merlo. En esa localidad del oeste bonaerense desarrolló gran parte de su militancia como miembro de las FAR), luego fue un valiente y arrojado cuadro de Montoneros que llegó a ser parte de la conducción nacional y murió en Argentina enfrentando a la dictadura militar. El mismo cuenta que cuando estaba terminando el secundario se fue con un amigo “haciendo dedo” hasta Tucumán y que allí quedó impactado por la lucha de los cañeros y que se ofreció para ayudar. Y que le preguntaron si quería ayudar ahora o siempre. ¿Cómo es eso?, dijo. Le contestaron: “Si pintás paredes, arreglás casas, cavás zanjas y alfabetizás nuestros niños, nos estás ayudando ahora; si volvés a tus pagos y organizás la resistencia contra la dictadura y abrís otro foco de resistencia, nos estás ayudando para siempre”.

Eduardo era grandote (jugó al basquet), pintón, querido por los chicos ... y las mujeres. Fue estudiante de Filosofía en la universidad. Militante de Juventud Peronista. En 1971 fue detenido por tenencia de arma y documento adulterado.  Salió en libertad con motivo de la amnistía presidencial del “Tio” Cámpora en mayo de 1973. Entre 1975 y 1976 se hizo cargo de Prensa en la organización y fue el máximo responsable de la Columna Sur en provincia de Buenos Aires. En 1977 sale del país y sigue la lucha desde México, coordinando prensa y difusión. Inclusive se lo vio cantando a dúo en una guardería cubana con Silvio Rodriguez para los hijitos de los Montoneros que seguían la lucha en otras tierras. Vuelve con la “contraofensiva” de 1980 con el grado de oficial superior y el cargo de Segundo Comandante Montonero. Organiza la resistencia.

Mucho tiene que ver con la creación de Intransigencia y Movilización Peronista (IMP) y el diario “La Voz”. Encabezó una concentración de más de 100.000 personas que el 16 de diciembre de 1982 copó la Plaza de Mayo pidiendo, reclamando, exigiendo, el retiro de los militares y la vuelta de la democracia. En primera fila, puede observárselo entre los más decididos, usando las vallas de contención como improvisados arietes para derribar el portón de la mismísima Casa de Gobierno. La consigna que logró imponer por entonces fue: “Luche y se van”. Cuando sus amigos le decían que se exponía mucho, él con una sonrisa amarga en los labios les contestaba, que el promedio de vida de un combatiente para esa época no superaba los 6 meses y que él ya había cumplido ocho veces esa media ¿para qué más?

Fue secuestrado el 14 de mayo de 1983, en Rosario, provincia de Santa Fe, en el bar “Magnum” (Ovidio Lagos y Córdoba) cuando compartía una mesa y una charla organizativa a futuro con su compañero Osvaldo Cambiasso. Al ser rodeado por un grupo de tareas, Carlón,  trató de cortarse la yugular con un vaso de vidrio, pero se lo impidieron a golpes. Los secuestradores se llevaron a ambos y luego se lo pasaron a otros policías que los torturaron y mataron. De esa acción asesina participaron el subcomisario Luis Abelardo Patti, el de “la dulce mirada”, (Liliana Caldini dixit), -luego intendente de Escobar; aliado electoral de "Chiche" Duhalde en provincia de Buenos Aires-, el sargento Rodolfo Diéguez y el cabo Juan Spataro; desempeñándose como Jefe de Inteligencia del II° Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario, el coronel Pascual Guerrieri. (En febrero de 2006 se conocieron documentos secretos de los EE.UU. donde se confirma la participación de Patti en el grupo de tareas que asesinó a ambos militantes). Como decía, después de ser salvajemente torturados y dopados, fueron trasladados hasta la localidad de Lima, en la provincia de Buenos Aires, donde los asesinaron luego de inventar, como era ya sistemático, un enfrentamiento ficticio. Los cuerpos acribillados a balazos en la cara, fueron dejados sobre un camino de tierra a pocas cuadras de la Panamericana. El Jefe de la policía provincial, general Fernando Verplaetsen, sin darse cuenta de que los tiempos estaban cambiando y ya la prensa daba lugar a los comunicados de los familiares de los asesinados, insistió en la versión oficial de “un enfrentamiento” y salió en defensa de la “preservación del honor” de los agentes que dieron muerte a Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi.

Eduardo Pereyra Rossi tenía 33 años cuando fue asesinado. Sus restos fueron sepultados en una discreta ceremonia el 19 de mayo en el cementerio de La Plata. Durante el velatorio, dos patrulleros permanecieron en la puerta de la funeraria. Apodado Carlón, poco antes de morir escribió un poema titulado “Sólo una mediación”, una suerte de testamento. “Si me preguntan a golpes/ diré que sé/ que sé que serán devueltos/ los servicios prestados/ a su debido tiempo/ el que medie entre mi muerte y la de ellos” (Manual del buen torturador, CELS, 1999). Cuando Pereyra Rossi fue detenido, el entonces titular de la Dirección de Seguridad Interior, coronel Carlos Alberto Roque Tepedino, afirmó que su superior, el ministro del Interior, general Llamil Reston, “daba a Pereyra Rossi como residente en México, donde actuaba como responsable de prensa de la organización subversiva Montoneros”. Pereyra era militante de la organización Montoneros en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, y había partido al exilio durante la dictadura.

El 1º de junio de 2006, la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense pidió la reapartura de la causa. Pero el ejemplo y la entereza del “Carlón” no pasó inadvertida para las generaciones venideras de militantes. Oscar “El Rulo” Frontera en el vigésimo primer aniversario de su muerte escribió: “Eduardo Pereira Rossi, creíste siempre en la victoria popular, interpretaste profundamente a las nuevas generaciones a cuya suerte apostaste el futuro; vos que para nosotros seguirás siendo siempre y simplemente Carlón: el bolsiqueador de potentados, el ajusticiador de fusiladores, el repatriador de abanderadas, te has ido para siempre junto a Fernando Abal Medina, Felipe Vallese, La Gaby Norma Arrostito, el Gaucho Marín, Juan José Valle, y por supuesto en un lugar privilegiado muy cerca de Perón y nuestra Evita, para alumbrarnos con tu ejemplo y enseñanzas el camino de la Liberación Nacional. Carlón tu sangre derramada sobre esta tierra hoy se evapora conformando cielos de auroras triunfales. Estás presente siempre en nuestras luchas ¡¡Hasta la victoria final!!”. La compañera del Carlón, Estela Cereseto, guarda con orgullo y cariño sin par, todos los poemas que Eduardo Pereira Rossi escribió en vida. Quizás el que mejor explique su compromiso y su entrega por una causa, sea este que ahora transcribo en parte y que se llama “Convocatoria”: “Convoco a los que todos los días se levantan y salen a yugarla por migajas que no alcanzan a que se rebelen (...) Convoco a los pacíficos que no están cumpliendo con su deber a pesar de sus buenas intenciones. Convoco a los que no comen lo suficiente ni se abrigan lo necesario y tienen sed torrencial. Convoco a los pequeños de ambiciones que dejan a los demás ambicionar más de la cuenta. Los convoco a dar vuelta el pulóver, a pegarle al prepotente y a escupir en la cara a los que no han sido convocados. Los convoco a romper lo que no sirve, a perpetrar los robos necesarios y recuperar lo perdido. Los convoco a cagarse en el miedo y a patear las puertas donde encerrados están los condenados. Los convoco a abrir las cárceles, a ventilar las tumbas y a levantar las calaveras de los hermanos heridos de muerte. Los convoco a abrazarse en las plazas del país, a escribir los muros y a fusilar a los fusiladores. Los convoco a no atar nada sino a despedazar las cadenas. Los convoco a agitar banderas y colores y correr liberados por las calles y por los campos húmedos de rocío. Los convoco a ser sinceros, a putear a los hijos de puta, a desobedecer al tirano; a amar sin límites y a odiar. Y si a esta convocatoria por impolítica no concurre nadie ¡mala leche! Quedan entonces convocados al entierro de la vida del que tuvo esta pésima idea. Si a esta convocatoria vienen algunos, no importa, en la próxima seremos más. Y si a esta convocatoria vienen todos los convocados, la cordura habrá invadido en revolución nuestro país para siempre”.


FUENTES
(1) "¿Quiénes eran Cambiaso y Pereyra Rossi?", 11/5/2008, en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-32692-2008-05-11.html
(2)       Página de Roberto Baschetti:
(3)       Homenaje de la agrupación Oesterheld y breve entrevista de 1982.

miércoles, 8 de mayo de 2013

FURN- Volante alusivo al Día de la Soberanía, año 1969

La historia de nuestra Patria esta signada por la irreconciliable división entre los argentinos que por su desarraigo o intereses conspiran contra el desarrollo y la integridad de nuestro País, y quienes trabajan por construir una Nación grande e independiente.

No es un capricho el haber declarado  “Día de la Soberanía Nacional” al aniversario del Combate de Obligado, 20de noviembre, ya que este combate es un símbolo permanente de la voluntad inquebrantable del Pueblo Argentino, ejemplo que no se agota en el Federalismo, sino que se continua  a principio de siglo en el Yrigoyenismo, y en la actualidad en el Peronismo.

No hay mejor respuesta para los obsecuentes del extranjerismo (político, económico o cultural, de derecha, centro o izquierda), desde Rivadavia hasta Onganía, que recordarles que en 1845 en Obligado, en 1916 en las urnas, en 1945 en la Plaza de Mayo y en 1969 en Córdoba y en Rosario, los argentinos demuestran su repulsa frente a la prepotencia de los monopolios internacionales y sus agentes internos.

ROSAS, YRIGOYEN y PERÓN son los Caudillos Populares  en quienes las Mayorías Argentinas proyectan su irrevocable decisión de constituir una Nación SOCIALMENTE JUSTA, ECONÓMICAMENTE LIBRE y POLÍTICAMENTE SOBERANA.


Fuente:

AMATO, FERNANDO y BOYANOVSKY BAZÁN, CHRISTIAN. Setentistas. De La Plata a la Casa Rosada(2008), Sudamericana, Buenos Aires, 2008, p. 417.

FURN- Carta de Juan Domingo Perón del 24 de junio de 1970 a la mesa de la FURN

"Queridos compañeros:

                                  Por mano y amabilididad del Doctor Don pedro Michelini, he recibido vuestra comunicación del 13 pasado y le agradezco el recuerdo y el saludo que retribuyo con mi mayor afecto.

                                  Comparto totalmente los conceptos y juicios que dicha nota contiene y es auspicioso para la causa de la liberación de nuestra patria y de su Pueblo que la juventud universitaria haya comenzado a comprender la realidad de nuestra situación y la necesidad de ponerse a luchar por resolverla.Han sido necesarios muchos dolores, el azote de la dictadura militar y quince años de situación insidiosa, para que nuestra juventud pudiera comprenderlo, pero ´bien vale París una misa´. Hace ya veinticinco años, el Justicialismo comenzó a anunciar cuanto está ocurriendo en el mundo pero, generalmente, el hombre necesita algo más que palabras para entrar en razón."


Fuente:
AMATO, FERNANDO y BOYANOVSKY BAZÁN, CHRISTIAN. Setentistas. De La Plata a la Casa Rosada (2008), Sudamericana, Buenos Aires, 2008, p. 96.

martes, 7 de mayo de 2013

MARTÍNEZ, Sergio Antonio


Si, era un idealista.
Cometió el delito de pensar, de comprometerse”
                                     (Yoyi de Trenque Lauquen, de Silvia Raquel Martínez)


Nació el 22 de agosto de 1956 en la ciudad de Trenque Lauquen, hijo de Emilio Héctor Martínez e Ibis Nancy Gímenez, hermano de Mirta Gloria y Silvia Raquel.

“Yoyi” era un muchacho agradable y querido,  solidario y generoso, con grandes inquietudes, tan gustoso de la libertad como de la amistad. La historia de sus emprendimientos comerciales hablan sobradamente de su personalidad, desde la vidriería instalada por su padre que fue regalada a su socio en tanto obstáculo para sus planes de vivir en Buenos Aires hasta el negocio de pulóveres iniciado junto a una hermana, del que jamás obtuvo lucro. El desprendimiento de los bienes materiales ganados con el esfuerzo diario eran una constante en beneficio de los amigos más necesitados.

Tenía una gran sensibilidad por la opresión y los marginados. Cuando en la ciudad se construía el barrio “Indio Trompa”, él le sacaba a su padre sanitarios y materiales de construcción, colaborando además con trabajo. Esta historia se repitió, según se anunció en unas jornadas de historia local (y que no precisa la fuente elegida) en el barrio “Evita Centenario”.  En ese sentido, compartía idénticos valores con su gran compañero de andanzas Ricardo Frank.

Hacia 1978, Sergio estudiaba teatro infantil y trabajaba como chofer de taxi, comprado a pagar con otro amigo de Trenque Lauquen. El 9 de noviembre llegó la aciaga noticia del secuestro de un gran amigo, Francisco Natalio Mirabelli. En la tarde del día 10 un grupo comando armado irrumpió en el departamento un grupo comando, que alegó realizar un operativo por drogas y secuestraron delante de su madre a Ricardo Frank, ordenando luego que no realizaran ningún tipo de denuncia. Lidia Frank, sin salir del shock le rogó que se fuera urgente. “Yoyi” alegó no haber hecho nada malo. Tomaron un café, hicieron la denuncia.

Pero dos horas después, entre destrozos, amenazas, golpes y miedos, sufriría el mismo episodio que su amigo.

Sergio Antonio Martínez murió en la ESMA.


Fuente:
MARTÍNEZ, SILVIA RAQUEL. Yoyi de Trenque Lauquen. 30.000 desaparecidos y una historia, Editorial Martín, Mar del Plata, 2007.

lunes, 6 de mayo de 2013

FRACCHIA, Fernando Octavio


FRACCHIA, FERNANDO OCTAVIO 1Fernando Octavio Fracchia nació el 30 de septiembre de 1954. Lo llamaban Nano. En La Plata se lo conocía como el Tano o el Húngaro. Estudió en Lincoln: la primaria la hizo en la Escuela Nº 2 y la secundaria en la Escuela Normal “Abraham Lincoln” (promoción 1972). Su familia estaba compuesta por el escribano Juan Fracchia (su padre), la docente de jardines de infantes, Irma Sarobe, y sus hijos son: Fernando, Marcelo y Juan Bernardo.

Su principal hobbie era escuchar música nacional, especialmente rock, y tocar la guitarra (generalmente lo hacía solo en casa, a la noche, cuando todos dormíamos). Fue bajista del grupo Quo Vadis.

Le encantaba el fútbol, los picados con amigos, el asado final con discusiones, salir con amigos y los bailes de campo (los setenta fueron los últimos coletazos de estas reuniones), aunque -como él decía- era poco afecto a “la vinagrera” (así llamaba a la barra o cantina), pero amante del buen tinto. En una charla “áspera” a la noche, le encantaba la copita de ginebra y unos buenos amargos en una conversación de amigos o durante el día. Amaba las discusiones políticas y de carácter social de nivel, por lo que era muy afecto a la lectura y análisis de todo lo que tratara ese tipo de cuestiones.

Católico por ser bautizado, siempre fue un crítico de la Iglesia como institución. Se fue a La Plata en el año 1973 a estudiar Derecho, carrera que hizo en tiempo y forma hasta su desaparición.

Militó en la JUP (Juventud Universitaria Peronista de La Plata) y, como integrante de ésta, trabajó -además de en la universidad- en los barrios más desprotegidos del gran La Plata, intentando ayudar a mejorar la calidad de vida y transmitir valores de solidaridad, compañerismo y lucha para lograr una Argentina más justa e inclusiva. Era tan fuerte su convicción de que lo que estaba haciendo era la única salida para lograr una sociedad más justa e inclusiva y tan fuerte su sentido de solidaridad con el grupo, que ante el planteo de la posibilidad de exiliarse a un país limítrofe, pidió que le permitieran seguir junto a sus compañeros, ya que consideraba que la acción de concientización realizada en grupo era más contundente y él no podía fallar a sus pares de lucha.

Desapareció una semana más tarde. El 16 de noviembre de 1976 en un operativo realizado (a las 14 horas aproximadamente, según un diario de la época) donde vivían junto al Tano Franzosi y tres compañeros, a una cuadra de una comisaría, mataron a 4 de los cinco integrantes de la vivienda en una copada por parte de la policía y la patota. Sólo uno logró escapar y avisar lo que pasaba. Según datos aportados por vecinos: dos fueron muertos en la vivienda, uno intentó saltar por los tapiales y lo mataron, y otro corrió hacia las balas en busca de su destino… Fernando murió en la vereda junto a un árbol. “Es preferible que te maten a caer y en la tortura poder delatar a algún compañero o lugar de reunión” (palabras de Nano cuando, en charlas, se barajaba la posibilidad de caer en manos de la patota). El 16 de noviembre de 1976 a la edad de 22 años, lo asesinaron, durante un ataque de las fuerzas represivas –los compañeros  trataron de resistir para proteger su retirada- en la pensión ubicada en calle 4 entre 35 y 36 en donde vivía junto a Elvio Franzosi (ver su registro) otro militante de la JUP que corrió la misma suerte.


Fuentes
(1) "La Posta del Noroeste", en: http://www.lapostadelnoroeste.com.ar/2013/05/05/historia-de-desaparecidos-fernando-fracchia/
(2) Página de Roberto Baschetti, en: http://www.lapostadelnoroeste.com.ar/2013/05/05/historia-de-desaparecidos-fernando-fracchia/
(3)